viernes, 3 de septiembre de 2010

"El disco lo pones y les subes el volumen para sentir en el estómago las guitarras, los scratchs, los bronces, porque el sonido esta muy bueno"



Junio 98. Veo por última vez a Santo Barrio original en la Batuta. Tenían un gran en vivo y uno de los mejores discos de esa época. Luego sale Farah de la banda, responsable de gran parte de la energía transmitida en esos conciertos y Santo Barrio sigue su camino. Siempre pensé que esto debió pasar por diferencias irreconciliables entre los miembros del grupo. Así, a muerte, como se pelea uno a veces en la vida.
Agosto 2010. 12 años después, tengo en mis manos el disco de Gandjarvas, Vieja Escuela. No dejó de ser una sorpresa, casi al nivel de joda de Tinelli, cuando supe por Cristóbal que él, integrante histórico de Santo Barrio, se reuniría en un nuevo proyecto con Farah, (¡andá!) con el cual no sólo tocarían, sino que además desarrollarían un trabajo discográfico. ¡Porque una cosa es juntarse y otra, dejar registro! Y desde ahí, me generé mis propias expectativas, pues algo bueno debía salir de esta re-unión. Una sola duda, sí… ¿Gan cuánto, dijiste Cristóbal?

Por Pamela Gaete | Aldea Local

Gandjarvas, Gandjarvas, Gandjarvas. Me preocupé cuando escuché por primera vez el nombre de la banda, pues cualquier nombre que haya que deletrear representa más una traba que un apoyo, pero a la larga, ¿será porque ya lo he repetido tanto? Gandjarvas ya me parece tan buen nombre como cualquiera.

Pongo el disco, Vieja Escuela y trato de sustraerme de la historia anterior de Santo Barrio, porque sí, bueno, yo era fan. Debiera sustraerme además pues detrás del trabajo también está Tito, de los no menos clásicos Sandino Rockers, Andrés ex -Interdictos y Rodolfo, quien tiene montones de tocatas en el cuerpo como parte de Drakos. Mmmm, pero nop, la intro de inmediato te deja claro que Santo Barrio es el punto de partida, con una breve historia que habla de esa pelea y posterior reunión, aun cuando con el primer tema, Vieja Escuela, se marca una sonoridad diferente, con más reminiscencias a lo que le conocimos a Interdictos. Sonoridad: ese es el concepto que se mantiene en la cabeza a lo largo del disco al escucharlo de corrido, se siente detrás de este trabajo, se nota la experticia no sólo en la interpretación, también en la grabación y la mezcla, cosa que parece, pero no es nada de fácil.

Toda banda debiera tener un tema dedicado a sí misma, donde posicione su nombre, se honre: Gandjarvas, el tercer tema, es una excelente excusa para que a todos quede claro cuál es el concepto, detrás de este trabajo. Para mí, una de las canciones más logradas del disco.

Respecto a las letras, creo que hay temas que presentan inconexiones a ese nivel. Complicado. Un tema como “El Narco” nunca podría ser cantado por alguien de un barrio con un verdadero problema de narcotráfico, sin esperar un par de balazos de vuelta. Por otro lado, “quisiera llevarlo rumbo del cajón (..), quisiera pegarle, los dientes botarle de un tirón matarle”. Oka, ninguno de nosotros querrá que a nuestro hijo le ofrezcan pasta base, ¿pero de ahí a mandar a alguien bajo tierra? Fuertes palabras. Sobretodo cuando en Cisne Negro “se eleva el canto convertido en lamento, por la inconciencia, por la violencia”. Tan fuerte como “es un maricón”, palabra que desde la condición sexual ofende y que definitivamente debiéramos eliminar del vocabulario si optamos concientemente por una posición de género. Caso aparte es “Dale Cariño, Dale Viagra”, tema que se inicia con unos riffs increíbles, pero que ya con el “perra” de las primeras líneas, “ahora tengo una chica delgada, está morenita y muy apretada”, pierdo rápidamente interés. Y ojo, me da lo mismo lo de “los dotes anales”. Volvemos a la conciencia del lenguaje. ¿O la crítica social es distinta desde la perspectiva de los hombres hétero? Mmm.

Es el único bajón del disco. Porque de nuevo: suena increíble. No se puede dejar de mencionar las colaboraciones que se decidió incluir: Jimmy Fernandez, Keko Morton, Cristóbal Platz (quien trabajó con Joe Vasconcellos), Ivo Fadic (Santo Barrio), Claudio Carrumba con una línea muy Cholomandinga. Todos alineados con la Vieja Escuela ¿Tony Manero 2010? Claro, pero con unas guitarras que ya se hubiera querido la primera vez.

Respecto al arte, me sorprendió el colorido escogido para la carátula del disco, la mezcla de celestes, rojos, blancos, creo que cumple definitivamente su objetivo: el nombre de la banda se destaca, aunque el del disco se pierda un poco. Si bien la carátula está bien y las fotos me parecen muy bien equilibradas, me llama la atención que no haya tanta armonía en los estilos de las fotos de la portada, cuando he visto fotos promocionales muy buenas de Gandjarvas, éstas parecen más desprolijas en producción. Adentro, el diseño sobre las caras hace que éstas se vuelvan un poco confusas, pero se agradece una carátula simple, entre tanta parafernalia en todos lados. Además, puesta en una vitrina, una mesa de discos, llama inmediatamente la atención. La contraportada, super sobria, igual que el disco mismo. El logo simple, pero listo para usarlo.

Sumando y restando, el disco definitivamente lo pones en el IPOD y les subes el volumen, para sentir en el estómago las guitarras, los scratchs, los bronces. Porque, ya dije, el sonido está bueno. Muy bueno. Vieja Escuela, obvio, con camino recorrido pero definitivamente con mucho aún por aportar. Porque era necesario quemar esta etapa de los karmas, con un disco, un disco que recogiera todo lo sentido en esta re-unión. Namasté!.

Pamela Gaete, Aldea Local

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